LA CABALA CRISTIANA FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS |
CAPITULO VII |
Guy y Nicolás Le Fèvre de la Boderie
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Retrato de Guy Le Fèvre de la Boderie que figura en su libro. Encyclie. Amberes, 1750. Estos dos hermanos recibieron una clara influencia del pensamiento de Postel. De hecho, el mayor, Guy, es su discípulo elegido y siempre secundará y no dejará de acreditar en las enseñanzas de su maestro, aun y las fuertes recriminaciones de que fueron objeto. Normandos de nacimiento, estudiaron en París, y dada la diferencia de edad entre ambos se puede decir que Nicolás fue alumno de su hermano mayor, del cual han quedado muchas más referencias que del pequeño. En la introducción a la reciente edición de Diverses meslanges poetiques,481 de Guy, Rosanna Gorris explica:
Pero otra de sus dedicaciones principales, al igual que la de Nicolás, fue la traducción de textos y libros del latín y otras lenguas al francés, lo que nos interesa empezar destacando en este acápite. Pues la labor de traducir no es una cuestión mecánica, sino otra de las importantes funciones atribuidas a Hermes-Henoch, cuyo mensaje universal, expresado a través del símbolo, se adapta a las circunstancias de tiempo y espacio, dando lugar entonces a las distintas lenguas con las que los dioses se comunican con los hombres y viceversa. O sea, el lenguaje como un puente entre lo innombrable que es el origen de todo lo nombrado y la creación entera, vista entonces como el libro en el que ese misterio se revela y manifiesta; o también la lengua viva que hace inteligible ciertas posibilidades de lo ininteligible. Esto en sentido amplio, mas luego están las acomodaciones a que nos referíamos, que amoldan ese mensaje inmutable al momento histórico, la geografía, la naturaleza de los seres, etc., dando lugar al nacimiento de las lenguas sagradas, entre las cuales, aquí en Occidente, la hebrea, que como hemos visto tantos sabios del Renacimiento tuvieron interés en conocer y estudiar, no sólo desde un punto de vista erudito, sino sobre todo por el reconocimiento de su filiación directa al lenguaje primordial, del cual nos hablan todas las tradiciones. En la cultura judeo-cristiana la denominan lengua Adámica; es aquella que empleaban los hombres en el Paraíso antes de la caída para comunicarse con las entidades invisibles que pueblan el mundo del alma, ámbito intermediario y cohesionador entre el cuerpo y el plano inmutable del Espíritu que es origen de todo. Con el transcurrir del ciclo cósmico, ese código universal arquetípico sigue siendo la esencia de todas las lenguas derivadas de la primordial, pero se va haciendo de más difícil acceso, no porque se esconda, sino porque se van olvidando las claves para descifrarlo, o sea, que el ser humano va dejando de lado el pensamiento analógico-simpático y sintético con el que se lo aprehende y se torna cada vez más literal, dual y analítico. De hecho, una de las labores de los hombres de conocimiento es mantener vivo y palpitante ese lenguaje original, es decir, que estos iniciados actúan como sus traductores e intérpretes, dando las claves para comprenderlo. Y esto es lo nuclear de la tarea del traductor: al identificarse con la esencia del mensaje universal es capaz de transmitirlo de una forma inteligible, de adaptarlo a tal o cual lengua, no sólo porque domina los distintos vocabularios y gramáticas, sino principalmente porque entiende lo central de su enseñanza. Además, queremos señalar que en el Renacimiento ya se dio la paradoja que hoy vivimos en extremo, y es que, por un lado, cada vez era más difícil el acceso y comprensión del meollo de la tradición debido al olvido creciente de esa lectura simbólica y esotérica, pero por el otro lado, afloraron por toda Europa las expresiones de las distintas ramas tradicionales que han nutrido su cultura, tal la aportación greco-latina, la hebrea, caldea, celta, etc. Y esto nos llama la atención en la labor de Guy Le Fèvre: que supo comprender la feliz oportunidad que se le brindaba al cada vez más ofuscado ser humano occidental de manejar gran cantidad de documentación con la que poder realizar una síntesis doctrinal y promover así un enderezamiento intelectual. Según sus lúcidas palabras.482
De ahí se comprende que para poder realizar esta labor revitalizadora, muchos de esos sabios se pusieran a traducir a las lenguas romances todos los libros sapienciales hebreos, latinos o griegos que caían en sus manos o que iban a buscar con gran interés en sus viajes, cual lo realizado por Postel, dando así un nuevo empuje a la difusión de las ideas, acercándolas de este modo a los interesados e interesadas en el conocimiento interior y espiritual, y haciéndoselo accesible. En la traducción que realizó del voluminoso trabajo de Giorgi, Harmonia Mundi, y que dedicó al señor Des Prez,483 capitán de los Infantes de París, Guy dice en el prefacio:
Portada de la traducción de Guy Le Fèvre de la Boderie de la obra Harmonia Mundi de Francesco Zorzi. Editada por Iean Macé, París, 1579. Además, este hombre de letras tradujo del latín al francés tres obras de Ficino: el Discurso del honesto amor sobre el Banquete de Platón (1578) dedicado a Margarita de Valois, De la religión cristiana (1578) y Los tres libros de la vida (1581). También el Discurso sobre la dignidad del hombre de Pico de la Mirandola, los Himnos Orficos, a Dante y Petrarca, y de Cicerón De la naturaleza de los dioses (1581). Y además, de Jerónimo Muñoz, tradujo su Tratado del nuevo Cometa (1574). Con ello vemos que Guy bebió directamente de las fuentes sapienciales e iniciáticas de la tradición hermética y cristiana, lo que le hace decir de nuevo a Rosanna Gorris:484
Y por supuesto, como acabamos de ver, se nutrió también de la tradición hebrea, que conoció de primera mano fundamentalmente a través de su maestro. De Postel recopió su Le Thresor ou recueil des prophéties de l’univers, que se refiere a temas de astrología y magia desde el punto de vista de la Cábala, tradición de la que está impregnada toda la obra de Le Fèvre,485 que como sabemos incluye prosa, poesía y esas traducciones acompañadas de valiosos prefacios. Justamente del que escribe para su versión francesa de Harmonia Mundi –la cual al parecer le llevó casi tres años de trabajo–, iremos extrayendo numerosos fragmentos, aunque en realidad todo él sea una joya. Trabajaremos con la versión de 1579, que hemos conseguido gracias a una búsqueda realizada por el servicio de préstamo interbibliotecario de la Universidad de Barcelona, que agradecemos en estas páginas.486 Valga aquí nuestra denuncia sobre el silenciamiento caído sobre muchos de los textos que estamos rememorando, que la oficialidad de los pretendidos estudiosos de la historia, la filología, y las ciencias y artes en general han ido ignorando y despreciando, ofreciendo desde hace siglos sus versiones cada vez más tendenciosas, particulares y disminuidas del vivir y pensar del ser humano, matando con ello la verdadera intelectualidad y negando a los hombres y mujeres contemporáneos la posibilidad de conectar con la esencia del Pensamiento y la Sabiduría eterna expresada en los escritos de sabios como los que estamos visitando. En dicha introducción, Guy Le Fèvre, tras exponer que Giorgi ha organizado su magnífica construcción siguiendo el modelo arquetípico del Cosmos ideado por la Sabiduría y la Inteligencia, destaca la preeminencia de la herencia judía, pilar fundamental de la cultura de Occidente:
Más adelante, nos habla de los grados de la Manifestación y de la escalera cósmica, en clara sintonía con la doctrina cabalística:
Las palabras de este prefacio reafirman cada vez más la estafa de que somos objeto, pues éstas sí son verdaderas enseñanzas, iluminadoras del alma, la savia del universo, el néctar que lo regenera, y no todas las sandeces que nos inyecta ese complot organizado por una pandilla de individualidades –conscientes algunas y otras menos– puesta al servicio de las fuerzas más disolventes del universo. Pero sigamos con el testimonio de este hombre que conociendo el estado de la cuestión, se abrió a la universalidad del Pensamiento y de las Ideas, y siguió transmitiéndolas con un gesto gratuito, de modo ritual:
Y lo que hizo fue cantar de la mejor manera que pudo y supo la posibilidad de la restitución del orden arquetípico, función que creyó debía asignarse en esos momentos a la auténtica Iglesia católica,487 que no era la del poder mundano de la jerarquía anquilosada y mezquina, sino la conformada por una verdadera entidad que encarnara al Cristo interno. Por eso el prólogo de Le Fèvre de la Boderie, tocado por la inspiración de las Musas, al igual que toda la obra de Giorgi, es un canto a la anhelada actualización de la unidad del Ser, que sólo se alcanza si se realiza en el interior de uno mismo:
En verdad, detrás de este hombre sumamente discreto, muy católico en el sentido de universal, del que poco se sabe de su vida particular,488 se esconde un gran vate o poeta. De sus obras L’Encyclie des secrets de l’Eternité (editada por Plantino en Amberes, 1571) y Les Hymnes eclesiastiques, Cantiques spirituels et autres meslanges poetiques (por Robert le Mangnier, París, 1582) queremos ofrecer unas muestras del poder evocador de sus poesías,489 teñidas por la doctrina cabalística y platónica, en unas traducciones castellanas en versión libre. Esta primera de la Encyclie, donde siguiendo el camino desde Malkhuth a Kether asciende por las sefiroth del Arbol de la Vida:
Quizás ya se habrá apreciado que la obra de Guy sigue los senderos de la alquimia interna491 –que se hará mucho más evidente en uno de sus discípulos, Blaise de Vigenère, del que ya hemos hablado en el capítulo de "Cábala y Alquimia"– lo que igualmente se pone de manifiesto en la simbólica del gusano y la mariposa que protagoniza otro de sus poemas, en este caso perteneciente a la obra Himnos el cual dedicó a la Virgen, tema cuya connotación iba mucho más allá de la religión y que adquirió un profundo significado esotérico, equiparándola a la Shekinah492 o divina inmanencia:
Y en este mismo himno, dice en otro momento:
Esto en cuanto a la pequeña selección que hemos realizado de escritos en los que Guy expresa más directamente sus experiencias espirituales e iniciáticas, aunque este personaje tuvo también una vertiente más externa en la que igualmente hizo gala de sus conocimientos sobre la lengua y la cultura hebrea, que se concretó en su colaboración en la Biblia políglota de Amberes (1569 y una segunda edición de 1573)495 que editó Plantino,496 publicación en la que Postel no pudo participar directamente pues estaba ya marcado por el escándalo de sus profecías, pero sí lo hizo a través de los dos discípulos que estamos tratando, los cuales compartían además con su maestro la visión simbólica y tradicional de la historia, que hacía del pueblo galo descendiente de uno de los nietos de Noé, hijo de Jafet, ancestro siempre invocado por los druidas, los chamanes de esta tradición. Claro está que este es otro de los temas negado o desvalorizado por el oficialismo cientifista y clerical, pues el primero sólo acredita en los experimentos y hallazgos, siempre relativos, de esqueletos que nos vinculan a antepasados simiescos, y el segundo, o sea la curia, se ahoga en la literalidad de los textos y en el exclusivismo religioso que excluye todo lo que considera ajeno a su rigidez dogmática. Pero ni unos ni otros valorizan los escritos sagrados como los depositarios de claves simbólicas (astronómicas, geográficas, numerológicas, lingüísticas, etc.) que expresan más o menos veladamente la doctrina de los ciclos cósmicos, sus revoluciones, períodos, proporciones, y la idea que esa doctrina se transmite de era en era gracias a la revivificación de sus hombres de conocimiento, sabios y teúrgos que a través de la enseñanza iniciática perpetúan el conocimiento de las claves inmutables del universo. Pues bien, en su obra titulada La Galliade o de la revolución de las artes y las ciencias (1578-1582),497 Guy Le Fèvre, siguiendo las investigaciones de Postel que con anterioridad también centraron el interés de J. Thénaud, expone la pervivencia del pensamiento mítico que hace del pueblo galo un heredero espiritual de la tradición antediluviana detentada por Noé, cuyo nieto llega a estas tierras y transmite los saberes arcanos a los seres humanos de este nuevo periodo de la humanidad; y lo expresa con estas palabras:
De los cuales, de manera resumida dice:
Frontispicio del libro de Guy Le Fèvre de la Boderie, La Galliade. Editado por Guillaume Chaudiere, París, 1578. No podemos detenernos en este tema tan importante; únicamente apuntar que sus investigaciones se apoyaron en el estudio etimológico de muchos términos franceses afines a palabras hebreas, lo que puso al descubierto concordancias bien sorprendentes, además de dedicarse a descifrar las escrituras sagradas aplicando los métodos de la Cábala (esto es el Tseruf), textos en los que como hemos visto muchos otros sabios hallaron el trazado de las claves de todo lo que ha sido, es y será. Sólo agregaremos unas anotaciones de Nicolás Le Fèvre en las que confirma lo que venimos exponiendo. El hermano pequeño de Guy escribió mucho menos que éste. De hecho, Secret apunta que su única obra conocida es Ad nobiliores linguas communi methodo componendas Isagoge cui accessit De litterarum hebraicarum laudibus oratio (1588), en la que elogia la lengua hebrea, y a decir del erudito contemporáneo,
Y es claro que Nicolás (1550-1613) también conoció y estudió a fondo la lengua hebrea, pues en una disertación que se incluye en la traducción que realizara su hermano Guy a Harmonia Mundi de 1579, da muestras de su elevada interiorización de la tradición greco-latina y hebrea, o sea, que él también participó de esa visión sintética a la que nos estamos refiriendo en este capítulo, y de la función intelectual destacada de las enseñanzas de la tradición judía. Su prefacio lo titula así: El corazón לב Leb o los 32 senderos de la sabiduría. Discurso muy útil para entender y exponer las santas escrituras, por Nicolás le Fèvre de la Boderie hermano del traductor. Pero empezaremos por citar su parte final cuya recapitulación es la exposición de todo un plan de estudios para acceder al Conocimiento:
Toda una didáctica para enseñar a pensar, que va de lo exterior a lo interior, de lo exotérico a lo esotérico, de lo literal a lo simbólico, en clara consonancia con los cuatro planos del Arbol de la Vida. Y nos preguntamos por qué no se seguirán haciendo adaptaciones de estos textos para enseñarlos en las escuelas. En este de Nicolás se reexplica con claridad la doctrina pitagórica (el sentido interno del número; la unidad como principio de todos ellos; después los números pares, impares, simples, compuestos y sus correspondencias geométricas, y todo ello referido a su significación Ideal), además de exponer los fundamentos de la lengua santa y todas sus combinaciones y posibilidades para explorar y navegar con y en el Pensamiento. Así asegura:
Y después de este toque, motivo de meditación, continúa explicando con precisión el conocimiento que emana del Sefer Yetsirah, que se ve que interiorizó, dando numerosas pistas y ejemplos concretos de cómo funcionan las combinaciones y permutaciones de letras y números, abriendo así ante el buscador las vastas posibilidades del universo y sus recreaciones indefinidas; labor, como hemos visto, desempeñada por los auténticos traductores e intérpretes de la tradición, que estos dos hermanos encarnaron con discreción, entrega, convencimiento y generosidad. Agregaremos que otros personajes participaron de dicha tarea en mayor o menor grado; de hecho, en Francia hubo un nutrido grupo de estudiosos interesados en estos conocimientos que contribuyeron a difundir de una manera u otra. Por ejemplo, Gilbert Génebrard (1537-1597), del que el ya estudiado Blaise de Vigenère, dice:
Aunque gran hebraísta, este erudito se mostró en principio muy crítico con la Cábala, pero después de sus numerosas lecturas y contactos,500 manifestó una cierta aproximación a su pensamiento. Se ve que Génebrard leyó a Pico y a Reuchlin, a Giorgi y a los hermanos Le Fèvre, a Heredia y Galatino, y los textos del Zohar, Sefer Yetsirah, etc.; además fue un prolífico traductor de libros hebreos y su pronunciación de la lengua santa causaba admiración entre judíos y no judíos. Paradójicamente, con estas dedicaciones, e incluso a través de sus dos libros Cronología y Tratado de la Liturgia en los que critica las enseñanzas cabalísticas, coadyuvó a preservarlas en su medio, lo cual nos hace ver que no en todos esos personajes se dio una verdadera encarnación de la doctrina, pero ello no resta mérito a sus labores más exteriores para dar continuidad a un mensaje harto criticado por quien lo mira con ojos profanos, pero que es fuente inagotable de sapiencia para la realización espiritual-intelectual de los iniciados. |
NOTAS | |
481 | Guy Le Fèvre de la Boderie, Diverses meslanges poetiques. Edición crítica a cargo de Rosanna Gorris. Ed. Droz, Genève, 1993, pág. 11-12. |
482 | Fragmento incluido en: F. Secret, L’ésotérisme de Guy Le Fèvre de la Boderie. Librairie Droz, Genève, 1969, pág. 67. |
483 | En el ya referido prólogo se nos informa también que: "Guy ofrece su Traicté du nouveau Comete a 'Monsieur Desprez Capitaine des Enfants de Paris'. Este burgués parisino en cuya residencia muy probablemente se alojó el poeta, era uno de los miembros franceses de la Familia del Amor, y hacia el cual Guy parece testimoniar una gran amistad, tal como lo confirma el soneto liminar en el que se amalgaman la astronomía, el profetismo y la cábala" (L'ésotérisme de Guy…, op. cit., pág. 25-26). Para conocer esta entidad denominada Familia de la Caridad o del Amor ver notas 491, 496 y 554. |
484 | Diverses meslanges poetiques, op. cit., pág. 44-45. |
485 | Se sabe, además, que conoció la obra de Galatino y la de Paulus Ricci, así como los textos cabalísticos como el Sefer Yetsirah, Bahir, Zohar, Puertas de Luz, Puertas de Justicia, Gale Razeia, etc. |
486 | Arma Artis, París, 1978. Esta publicación también incluye el texto de Pico de la Mirandola titulado Heptaplus, traducido por Nicolás Le Fèvre de la Boderie. |
487 | De ahí que todas sus obras respiran una cierta apologética cristiana. |
488 | Aparte de que nació y murió en su tierra natal normanda (1541-1598), que estudió en el Colegio trilingüe de París con Postel, que participó bajo la dirección de Arias Montano en la edición de la Biblia Políglota, que escribió varias obras que referiremos más adelante, que trabajó estrechamente con su hermano menor y que durante un tiempo fue secretario e intérprete del Duque d'Alençon, poco ha trascendido de su individualidad, y aún no se sabe a ciencia cierta si llegó a ser clérigo, o bien un solitario buscador del conocimiento. En todo caso el epitafio que se hizo escribir en su tumba reza así: "Mientras he vivido, siempre he deseado, no amasar tesoros, sino buscar la Verdad". |
489 | También escribió Diverses meslanges poetiques (1578, 1579 y 1582), con la edición moderna referida anteriormente, que contiene bellos sonetos, odas, elegías y epitafios dedicados a toda una nebulosa de personajes de la corte del Duque d'Alençon y de su círculo de intelectuales. Reproducimos aquí el soneto que dedicó a Pico de la Mirandola y que tituló Al espíritu de fuego de buena memoria Juan Pico, antiguo Conde de Concordia y de la Mirandola: "Así como en la piedra engarzada en el Anillo / Vemos un gran Coloso, o una gran masa / Cuya sombra proyectada en un punto se acompasa, / Aunque la piedra sea una pequeña Esfera. / Y como también vemos que en cada ojo gemelo / Luce toda la Semiesfera del gran cielo que abraza / El fuego, el aire, y el Mar con la Tierra baja, / Y lo que mueve al Fuego, en el aire, la Tierra y el Agua. / Así al pequeño Círculo de tu muy grande Alma / admirable Fénix, Conde de la Mirandola, / Al vivir tu comprendes todo lo que abarcar puede / El Mundo Elemental, y el Mundo de los Cielos, / El Mundo Inteligible, y el Gran Dios de los Dioses, / El Espíritu que los Espíritus de tu corazón extienden". Diverses meslanges…, op. cit., pág. 323. |
490 | Encyclie, en L’ésotérisme de Guy Le Fèvre de la Boderie, op. cit., pág. 89-91. |
491 | En este sentido destacamos que Guy Le Fèvre también estuvo en contacto con otros personajes interesados por la alquimia: "Si Guy, a la vista de sus opiniones del poema LVI parece haber conocido días difíciles en la Corte de este príncipe [se refiere a Hercule François d'Alençon], sin embargo tuvo la ocasión de encontrar en ella a espíritus que participaban de su 'búsqueda' de los 'secretos de la eternidad'. El interés por la alquimia y las ideas familistas [o sea, de la Familia del Amor] estaba en efecto bastante extendido en este medio que reunió espíritus tales como el poeta alquimista Clovis Hesteau de Nuysement y los familistas Pierre Porret [hermano de leche de Plantino], Guillaume le Boulanger de Vausmenil [músico]… "Diverses meslanges…, op. cit. pág. 53. |
492 | Al respecto recogemos de su prefacio ya citado: "Y así (dicen los Hebreos) que el Mundo fue creado por la ה He, letra segunda y repetida en cuarto lugar en el gran nombre de cuatro letras יהוה Iehovah, es decir, por el Hijo, el Verbo y la Sabiduría eterna del Padre, como se percibe en este nombre בהבראם Behabaream. En He o por He el los crea; así lo leemos del Tabernáculo: 'y la Gloria del Eterno llenaba el Tabernáculo'. Pues la He designaba a la Gloria del Señor. Añadamos que la palabra משכן Mishcan, tienda o pabellón, procede del mismo origen que שכינה Shekinah, Tabernáculo de la divina Majestad. Y es esto lo que ha cantado el divino arpista לשכון כבוד בארזנו Liscon Cabod bearzzenu. 'Para habitar la gloria en nuestra tierra': es decir, con el fin que el Tabernáculo de Dios habite en la tierra de nuestros corazones". |
493 | L’ésotérisme de Guy…, op. cit., pág. 107. |
494 | Hymnes, fol. 232, en L’ésotérisme de Guy…, ibid., pág. 108. |
495 | Guy también había realizado la edición del Nuevo Testamento siríaco, el Dictionarium syro-chaldaicum, (Plantino, Amberes, 1572), donde figuran varias entradas sobre términos relacionados con la Cábala, edición realizada bajo las órdenes de Arias Montano. Tenía también la intención de publicar de nuevo Interprétation du Candélabre de Moyse de Postel. |
496 | Editor que se sabe estuvo estrechamente vinculado a la Familia del Amor. |
497 | Actualmente ha sido reeditada por François Roudaut, Ed. Klincksieck, París, 1993. |
498 | L’ésotérisme de Guy…, op. cit., pág. 123. |
499 | Ibid., pág. 127. |
500 | Entre otros conoció al converso Cesar Brancassius (Abraham de Lunel), abad del monasterio benedictino de Saint André, cerca de Lyon, el cual le enseñó hebreo. De este abad se cuenta que conocía veintidós lenguas. Tuvo también relaciones con Bartholomeus Valverdius, español con conocimientos cabalísticos. |
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